La contribución de España a la independencia de Estados Unidos
u Majestad el Rey de España Carlos III entró en guerra contra Jorge III de Inglaterra el 16 de junio de 1779, dispuesto a ayudar económica y militarmente a los independentistas norteamericanos de las trece colonias, y sobre todo, con ganas de recobrar los territorios perdidos frente a los los británicos en la anterior guerra. Antes de la declaración de guerra España ya ayudaba a los norteamericanos secretamente. En 1777 Benjamín Franklin, el representante americano en Francia, pidió la ayuda secreta de España a las colonias, de la que obtuvo 215 cañones de bronce; 4.000 tiendas; 13.000 granadas; 30.000 mosquetes, bayonetas, y uniformes; más de 50.000 balas de mosquete y 300.000 libras de pólvora. Franklin agradeció por carta al Conde de Aranda toda esta ayuda, de la que posteriormente recibió 12.000 mosquetes más enviados a Boston desde España. Además España dio casi dos millones de libras a los insurrectos.
Memoria secreta presentada al rey Carlos III por S.E. el conde de Aranda, sobre la independencia de las colonias inglesas, después de haber firmado el tratado de París de 1783.
Acabo de hacer y de firmar, en virtud de las órdenes y poderes de V.M.... ha dejado en mi alma, lo confieso á V.M., un sentimiento penoso.
La independencia de las colonias inglesas ha sido reconocida y esto mismo es para mí un motivo de dolor y de temor. La Francia tiene pocas posesiones en América, pero hubiera debido considerar que la España, su íntima aliada, tiene muchas, que quedan desde hoy expuestas á terribles convulsiones.......
....... sobre la dificultad de conservar nuestra dominación en América. Jamás posesiones tan extensas y colocadas á tan grandes distancias de la metrópoli se han poddido conservar mucho tiempo. A esta dificultad, que comprende á todas las colonias, debemos añadir otras especiales que militan contra las posesiones españolas de Ultramar, á saber: la dificultad de socorrerlas cuando puedan tener necesidad; .....
Esta República federal ha nacido pigmea, por decirlo así, y ha tenido necesidad de apoyo y de las fuerzas de dos potencias tan poderosas como la España y la Francia, para conseguir su independencia. Vendrá un día en que será un gigante, un coloso temible en esas comarcas. Olvidará entonces sus beneficios que ha recibido de las dos potencias, y no pensará más que en su engrandecimiento. La libertad de conciencia, la facilidad de establecer nuevas poblaciones sobre inmensos terrenos, así como las ventajas con que brinda el nuevo gobierno, atraerán agricultores y artesanos de todas las naciones, porque los hombres corren siempre tras la fortuna, y dentro de algunos años veremos con mucho dolor la existencia amenazadora del coloso de que hablo.
El paso primero de esta potencia, cuando haya llegado á engrandecerse, será apoderarse de las Floridas para dominar el Golfo de México. Después de habernos hecho de este modo dificultosos el comercio con la Nueva España, aspirará á la conquista de este vasto imperio, que nos será posible defender contra una potencia formidable, establecida sobre el mismo continente, y á más de eso limítrofe.
u Majestad el Rey de España Carlos III entró en guerra contra Jorge III de Inglaterra el 16 de junio de 1779, dispuesto a ayudar económica y militarmente a los independentistas norteamericanos de las trece colonias, y sobre todo, con ganas de recobrar los territorios perdidos frente a los los británicos en la anterior guerra. Antes de la declaración de guerra España ya ayudaba a los norteamericanos secretamente. En 1777 Benjamín Franklin, el representante americano en Francia, pidió la ayuda secreta de España a las colonias, de la que obtuvo 215 cañones de bronce; 4.000 tiendas; 13.000 granadas; 30.000 mosquetes, bayonetas, y uniformes; más de 50.000 balas de mosquete y 300.000 libras de pólvora. Franklin agradeció por carta al Conde de Aranda toda esta ayuda, de la que posteriormente recibió 12.000 mosquetes más enviados a Boston desde España. Además España dio casi dos millones de libras a los insurrectos.
En agosto de 1779 Bernardo de Gálvez movilizó un ejército de 2.000 hombres en Luisiana para arrebatarles a los británicos las ciudades de Manchak, Baton Rouge y Natchez. Los indios Chocta, con sus 17 jefes y 480 guerreros principales, hicieron un pacto con Gálvez prometiéndole reunir 4.000 hombres. En los primeros meses de 1780 Gálvez marchó sobre Mobile con 1.200 hombres y le puso sitio, y en marzo del año siguiente el coronel Dunford se rindió con su guarnición.
El 9 de marzo de 1782 Gálvez ancló su buque insignia artillado con 74 cañones, el San Ramón, en la bahía de Pensacola. Traía consigo 1.315 soldados de Cuba. Otros 2.253 hombres venían de Mobile y Nueva Orlens. El 19 de abril llegó otro destacamento de unos 1.300 españoles. El 7 de mayo Pensacola le presentó a Gálvez su rendición. El general John Campbell y el almirante Chester fueron hechos prisioneros, junto con 1.400 soldado
Acabo de hacer y de firmar, en virtud de las órdenes y poderes de V.M.... ha dejado en mi alma, lo confieso á V.M., un sentimiento penoso.
La independencia de las colonias inglesas ha sido reconocida y esto mismo es para mí un motivo de dolor y de temor. La Francia tiene pocas posesiones en América, pero hubiera debido considerar que la España, su íntima aliada, tiene muchas, que quedan desde hoy expuestas á terribles convulsiones.......
....... sobre la dificultad de conservar nuestra dominación en América. Jamás posesiones tan extensas y colocadas á tan grandes distancias de la metrópoli se han poddido conservar mucho tiempo. A esta dificultad, que comprende á todas las colonias, debemos añadir otras especiales que militan contra las posesiones españolas de Ultramar, á saber: la dificultad de socorrerlas cuando puedan tener necesidad; .....
Todas estas circunstancias no pueden dejar de hacer descontentos entre los habitantes de la América, y obligarlos á esforzarse para obtener la independencia, tan luego como se les presente la ocasión......
Esta República federal ha nacido pigmea, por decirlo así, y ha tenido necesidad de apoyo y de las fuerzas de dos potencias tan poderosas como la España y la Francia, para conseguir su independencia. Vendrá un día en que será un gigante, un coloso temible en esas comarcas. Olvidará entonces sus beneficios que ha recibido de las dos potencias, y no pensará más que en su engrandecimiento. La libertad de conciencia, la facilidad de establecer nuevas poblaciones sobre inmensos terrenos, así como las ventajas con que brinda el nuevo gobierno, atraerán agricultores y artesanos de todas las naciones, porque los hombres corren siempre tras la fortuna, y dentro de algunos años veremos con mucho dolor la existencia amenazadora del coloso de que hablo.
El paso primero de esta potencia, cuando haya llegado á engrandecerse, será apoderarse de las Floridas para dominar el Golfo de México. Después de habernos hecho de este modo dificultosos el comercio con la Nueva España, aspirará á la conquista de este vasto imperio, que nos será posible defender contra una potencia formidable, establecida sobre el mismo continente, y á más de eso limítrofe.